lunes, 22 de septiembre de 2008

Los nuevos viejos

por Daniela Casaretto

“Los adultos mayores del tercer milenio constituyen un nuevo modelo de viejos, la nueva manera de envejecer de los baby boomers”, explica Marta Waldmann, licenciada en psicología y especialista en gerontología. La generación nacida entre 1946 y 1960, hijos del boom de natalidad de la posguerra, forma el ejército etario más grande que se haya conocido. Entre 1950 y 2000 se triplicó la población con más de 60 años; en el 2050 serán 2000 millones, el 20% de la población mundial. “Los longevos saludables son los excepcionales de hoy, la mayoría de mañana”, afirma la gerontóloga.

“Estamos en un período de destrucción y reconstrucción del concepto tradicional de ‘ser viejos’. Se trata de un fenómeno muy nuevo que involucra a la generación de los baby boomers. Ellos rompen con los prejuicios y mitos que impone la estética cultural de lo joven. Muchas veces la sociedad hace circular una imagen de “viejo” asociada a lo pasivo e inoperante, pero cada vez más personas, superados los 50 años, emprenden proyectos, e incluso en mayor medida que los mismos jóvenes. He tenido casos de personas de 90 años que se han acercado preocupadas por sus hijos de 70. Es cuestión de actitud, la edad no limita la capacidad de aprendizaje”, sostiene la licenciada. Como diría un proverbio Zen: “Envejecemos y morimos porque vemos a otros envejecer y morir”. La licenciada Waldmann resalta que “en la época de nuestras abuelas el promedio de vida era de 55 años. A los 50, la abuela se ponía la mantilla negra, actuaba como vieja, su biología se adaptaba a ese proyecto y cinco años más tarde estaba muerta. Hoy la nueva generación se anima a cuestionar ese mandato social en el que la estadística condicionaba a la abuela, a la vez que la abuela fabricaba la estadística”.

El avance científico aumentó el promedio de vida en más de 20 años. La nueva generación de viejos no sólo vive más, también vive mejor. Prolongar el envejecimiento saludable es el gran desafío de la gerontología del tercer milenio, saber si las “-osis” (artrosis, osteoporosis, etc.) son patologías obligadas o son respuestas biológicas al sedentarismo y al estrés. “No se debe morir demasiado tiempo, sino vivir más tiempo. Por ello es que a los geriátricos oponemos, en ciertos casos, las universidades para la tercera edad”, explica Marta Waldmann.

Los espacios universitarios dirigidos a estudiantes mayores son un modelo importado de Francia. Existen hoy cerca de 20 universidades de este tipo en todo el país. “Con el objetivo de mantenerlos activos y perfeccionar sus conocimientos, en el Centro de Estudiantes Mayores de la
Universidad Maimónides (CEMUM), organizamos cada año encuentros participativos, ciclos de cine-debate y talleres semanales como teatro, estimulación de la memoria, antropología, arte e inglés, entre otros”, describe Waldmann.

Muchas veces las universidades pueden ser una alternativa a los geriátricos. Éstos son instituciones de cuidado gerontológico que admiten en un 80% a personas discapacitadas (enfermas) o envejecidas. En este caso, la internación resulta necesaria, sin embargo, muchas veces el deterioro físico se debe al abandono que los mayores hacen de sí mismos en el propio geriátrico. En este sentido, las discapacidades pueden evitarse con las medidas preventivas y los estilos de vida impulsados por las universidades.

La ciencia ha extendido la cantidad de vida, el propósito es ahora extender la calidad. Tal como dio a conocer la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya no interesa sólo la Expectativa de Vida, sino también la Expectativa de Vida Saludable. La Argentina se ubica en el lugar 40 del ranking mundial, con una Expectativa de Vida de 74 años y una Expectativa de Vida Saludable de 68 años. En pocas palabras, casi un 10% de nuestras vidas es de pura dependencia y discapacidad.

De a poco, vemos cómo se incluyen caras y cuerpos de ancianos en diarios y revistas. Muchas veces, como estrategias publicitarias para incorporar un nuevo target al mercado de consumo masivo. En los EE. UU., se ha descubierto que los mayores de 50 años acumulan más riqueza y poder de gasto que ningún otro grupo, y varios sociólogos argentinos ven esta franja etaria como el cliente potencial de las grandes marcas: según el INDEC, el 20,2% de los mayores de 65 años se ubican en la clase media alta.

Junto con la discriminación, se asiste a la construcción de un nuevo modelo de “viejo”. Figuras como Mirta Legrand, Abuelas de Plaza de Mayo o las luchas de los jubilados, son aportes a una reformulación del concepto. Es cierto que existe un exceso de juventofilia en el ambiente publicitario, pero no faltan los nuevos-viejos emprendedores: a los 60 años, un publicista, Gabriel Dreyfus, está convencido de que “hacen falta muchos años para llegar a ser joven”.

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