Por Daniela Casaretto
Paros, marchas, tomas, asambleas y clases públicas se sucedieron en los últimos días. La adhesión a las medidas de fuerza confirma las nuevas o históricas carencias del sistema educativo. Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales, Filosofía y Letras, Ingeniería, Arquitectura y Diseño (FADU) tomaron sus sedes.
Los docentes universitarios nucleados en la Conadu Histórica y la Asociación Gremial Docente de la UBA (que integra a 22 universidades de todo el país), iniciaron un paro por 96 horas en reclamo de un aumento salarial del 30%, la triplicación del pobre presupuesto educativo y las rentas a los miles de docentes ad-honorem que prestan servicio en la UBA. Las medidas de fuerza pronto serán tradicionales en escuelas primarias y secundarias. Ayer se unieron 17 gremios que agrupan a los docentes porteños de todos lo niveles educativos en reclamo por un aumento del 20% en el salario y mejoras en las condiciones laborales.
Junto a los docentes, los jóvenes estudiantes también se manifestaron en marchas y cortes en la lucha contra el ahogo presupuestario del Gobierno Nacional.
Al reclamo se suman agrupaciones estudiantiles de Medicina de la UBA. Rechazan el convenio entre el gobierno porteño y las universidades privadas que reduce el cupo de las prácticas en hospitales públicos de estudiantes de Medicina reservándolos a universidades privadas.
La sociedad acumula desde hace décadas las falencias del sistema educativo. Escuelas y facultades del país arrastran una crisis que se alimenta de la indiferencia del Estado. Evidentemente, la educación pública está en ruinas: sus edificios se desmoronan, caen en pedazos. Y, la sociedad civil, entonces, reacciona.
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