miércoles, 24 de septiembre de 2008

Los colectivos están de festejo

Por Facundo Cornejo



Un día como hoy, pero hace 80 años, el primer colectivo comenzó a circular por las calles porteñas. En ese tiempo, el transporte público automotor estaba conformado por los taxis, el tranvía y tan sólo una línea de subte, la A, que unía Plaza de Mayo con Primera Junta.

El nacimiento del colevtivo se dio a raíz de que un grupo de taxistas se reunieran en un bar de Floresta y que, para poder buscarle la vuelta a la escasez de trabajo que reinaba en ese entonces, a uno de ellos se le ocurrió tomar la idea que algunos de sus colegas llevaban a cabo los fines de semana: en sus autos llevaban hasta seis personas desde lugares clave hasta el hipódromo de Palermo o a las canchas de fútbol con una tarifa accesible, que podía ser de cincuenta centavos o un peso por cada pasajero, según la distancia.

La buena repercusión que tenía el transporte compartido llevó a que lo intentaran con un servicio diario. Así fue que en la mañana del 24 de septiembre de 1928, el primer pasajero subió en Rivadavia y Lacarra rumbo a Primera Junta, en un recorrido que incluía una parada en Plaza Flores. Para los que tienen mirada atenta: en el cruce de ambas avenidas se puede ver una placa que recuerda el nacimiento del denominado en ese tiempo "auto colectivo".

Para captar la atención de los clientes, el chofer -en cada una de las paradas- gritaba "¡A Plaza Flores, 10 centavos! ¡A Primera Junta, 20!" Y como fue la primera línea, se la llamaba "La Primera", que en estos días es la línea 1, que sigue realizando ese recorrido, aunque expandido.

En esa época era raro ver que una mujer se subiera a los colectivos, por lo que los choferes muchas veces iban en los viajes acompañados por sus novias o hermanas y así generar confianza entre el público femenino.

En estos tiempos, es más frecuente escuchar la expresión bondi para refererise al colectivo. Pero ¿de dónde surge este término? Se trata de una derivación de bond, bonos del tranvía del Río de Janeiro y, a su vez, al vehículo -que comunmente es llamado bonde- aunque se pronuncia bonyi.

Con ocho décadas en movimiento, este invento criollo lucha por recuperar ese esplendor que tuvo en sus comienzos.

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